Ventsislav Arnaoudov, El Puño, 2018
1. La poesía que hacemos es política en el sentido absolutamente concreto de diferenciar señaladamente al amigo y al enemigo. En el momento de formarnos como grupo de poetas nuestros enemigos claros e innegociables son: a) la literatura lifestyle en todas sus variedades y b) la literatura que parasita la infraestructura universitaria, así como también c) los intentos de híbridos entre los puntos a y b con una perspectiva comercial.
1.1. Bajo el concepto de “literatura lifestyle” entendemos aquel producto controlado por los mecanismos de la oferta y la demanda en los que el autor con mayor o menor grado de conciencia busca responder a necesidades creadas por una “cultura de uno mismo” orientada al consumidor. Con otras palabras, el espejismo de que podemos “hacer” nuestro yo a partir de productos y servicios de consumo. El aspecto autoral en productos creados de tal manera está mediado y reducido por las expectativas cuya satisfacción presupone una renuncia a la autonomía estética, y también frecuentemente a la ética. En este sentido la literatura lifestyle puede considerarse como un equivalente comercial del concepto postmodernista de “la muerte del autor” en la que este tipo de literatura se encuentra y cohabita tímidamente con el “alto” postmodernismo universitario.
1.2. Ambos socios, la literatura lifestyle por una parte y el postmodernismo académico por otra, tienen de qué avergonzarse (tácitamente), tanto el uno del otro como ante los lectores. En una posición más delicada, sin embargo, se encuentra la literatura de inspiración postmodernista, que parasita la infraestructura universitaria. A pesar de la coartada teórica del igualamiento de lo “alto” y lo “bajo”, el socio más elevado de la pareja no puede librarse de los restos de conciencia culpable, especialmente cuando tiene que confiar en los discursos de izquierdas en boga en la academia en Occidente. A fin de cuentas, incluso cuando la retórica es de izquierdas, el socio más teórico acude a las legitimaciones características de la producción literaria lifestyle en un mercado neoliberal: “еl escritor búlgaro más vendido”, “el escritor búlgaro más publicado en el extranjero”, y otros rankings de éxito comercial. Una pregunta a parte es hasta qué punto este éxito realmente es comercial o bien se basa en la, habitual para la sociedad búlgara, adhesión oligárquica de intereses privados y recursos estatales privatizados.
1.3. Bajo “literatura que parasita la infraestructura universitaria”, a pesar del matiz evaluativo del concepto “parasitario”, entendemos ante todo (y no peyorativamente) el hecho sociocultural de la necesidad económica del escritor de depender de salarios de enseñanza (o becas de doctorado) que, a pesar de ser bajos[1], siguen siendo relativamente seguros y 1además no implican una jornada laboral de ocho horas diarias de facto. Si no estás preparado en la práctica para vender tu escritura y a ti mismo como escritor, el trabajo universitario es una elección legítima y digna para el escritor. El aspecto parasitario inaceptable se entromete y se sobrepone cuando la infraestructura universitaria (con libre disposición de espacios, acceso a medios y jurados de concursos literarios en base al rango académico y los títulos y, a fin de cuentas, el reclutamiento de público formado por estudiantes a los que frecuentemente das clase y a los que incluso examinas) se usa para distorsionar el entorno literario competitivo en beneficio de los propios profesores universitarios, los cuales emergen al mismo tiempo como poetas.
1.4. Ahora es el momento de dar la cara a la que posiblemente es la pregunta más importante, que surge ante la definición de lo político como la diferenciación entre amigo y enemigo: ¿por qué necesitamos enemigos? La respuesta es sencilla, puede que incluso atemorizantemente sencilla: la “pacífica transición” de diez años en la literatura desde finales de los años 90 ha convertido la instalación de la distinción amigo/enemigo en un acto vital de reconstrucción de las tensiones productivas del campo literario. La destrucción del sistema político, comenzada por el ex-monarca búlgaro Simeón II[2], convertido en primer ministro, tiene su propio equivalente en el sistema literario: la conversión del potencial radical y político del postmodernismo de los años 90 en un recurso corporativo despolitizado orientado a la carrera, adecuado para un acoplamiento suave con la literatura lifestyle con el objetivo de alcanzar híbridos comercialmente óptimos. Volviendo a la politización radical en el campo literario, nosotros declaramos abiertamente como nuestros enemigos al despolitizado académico-corporativo postmodernista/neovanguardista, a la literatura lifestyle y a sus híbridos comercialmente optimizados.
1.5. En la medida en que vivimos enmarcados dentro de una cultura de la victimización, cultivada por cada uno de los poderes sucesivos, sabemos que el statu quo de la “transición pacífica”[3] en la literatura, la cual declaramos como nuestro enemigo, no va a dejar escapar la oportunidad de denominarse a sí misma como nuestra “víctima”. No va a ser ni la primera ni la última vez que los real y simbólicamente ricos y poderosos adopten la máscara de la víctima. En realidad, toda la cultura de la “transición pacífica”, construida por las viejas élites socialistas, se basa en el bloqueo de cada expresión de la libertad, usando el miedo a que haya “víctimas” como trampa. Nosotros somos conscientes de que mienten, y de que defendiendo los privilegios y luchando por ellos adoptan la máscara de la víctima. Nosotros afirmamos que tras la máscara de la “víctima” se esconde el statu quo de la “transición pacífica” en la literatura: la promiscuidad grupal de la literatura lifestyle y de la academia, que es nuestro enemigo.
2. La nueva poesía social, cuyo nacimiento declaramos en este manifiesto, es ante todo una poesía de la figura rehabilitada del autor, rehabilitada tras el total consumo académico-lifestyle de su “muerte”. La arrogante comercialización de este concepto de Roland Barthes es de facto la firma de su propia condena de muerte. Los híbridos comercialmente optimizados entre la literatura lifestyle y el “alto” postmodernismo académico prácticamente mataron y sepultaron irreversiblemente el potencial revolucionario-anarquista de la idea de la “muerte del autor”. En esta situación nosotros declaramos la resurrección del autor como garantía última de la posibilidad de actos éticos, esto es, la libertad. La película gira ante nuestros ojos, película en la que el pataleo teórico del autor, en la zanja del campo literario, era una coartada para el posicionamiento de sus productos en el puestecito[4] del poder bajo la forma de medios, jurados, subsidios, traducciones, condecoraciones estatales… Este tipo de autor realmente está muerto y ya apesta. ¡Que viva el autor como última garantía de la libertad!
2.1. La rehabilitación de la figura del autor como sujeto que puede hacerse responsable en un plano ético apunta al corazón de las tinieblas del régimen de la transición pacífica: no hay ninguna verdad, ergo actuamos, “trabajamos” por nuestra carrera literaria y académica. La historia literaria se escribe por nosotros mismos, mientras hacemos literatura, jugando el partido y, al mismo tiempo, pitando los penaltis. Si en los años 90 la relativización del concepto de verdad estaba en modo juego, socavando las “verdades” dogmáticas de la ideología del régimen antiguo, durante el 2010[5] este relativismo lifestyle-académico adquirió dimensiones político-reales y económico-reales de la privatización corporativa del recurso literario público. En esta situación nosotros nos declaramos a favor de una literatura de la verdad, que es el término genérico de nuestra percepción de una nueva poesía social. Los fundadores del juego lo liquidaron por sí mismos, con su verdad de apparátchiks académicos y de iconos lifestyle. La nueva poesía social como literatura de la verdad es nuestra voluntad de devolver a la literatura la libertad de los juegos apparátchik académicos y de la melancolía/diversión comercial hasta la muerte.
2.2. La poesía de los años 90, en sus máximos logros relacionados con los nombres de Ani Ilkov y Zlatomir Zlatanov[6], nunca ha rechazado la estética de lo sublime como una transmisión entre lo literario y lo político en el contexto del inacabado proyecto de la modernidad. El postmodernismo académico, que se refiere a estos poetas como sus maestros, sobre todo asimila el juego discursivo y el juego con las jergas postestructuralistas, desechando su potente estética de lo sublime, cuyo último empeño existencial es lo político. Sintomática es la deriva que va aumentando con el progreso de la “transición pacífica” en 2010, desde la tibieza hacia la estética de lo sublime hasta el abrazo abiertamente comercial de la estética de lo bello. Con el híbrido más exitoso entre el postmodernismo académico y la literatura lifestyle la estética de lo bello se transforma en una condición comercial sine qua non, ofreciendo recetas político-reales como “el manifestante es bello”[7], directamente introducidas en la campaña publicitaria del Ministerio del Interior contra las protestas del verano de 2013. La nueva poesía social cuenta categórica y contundentemente con la estética de lo sublime como un medio para devolver a la literatura y la sociedad la radicalidad política, desmoralizadas éstas por la estetización de lo político en los límites de la hibridación comercial del postmodernismo académico y de la literatura lifestyle.
2.3. La estética de lo sublime es un lugarteniente secular de la teología en un contexto
socio-histórico (informático-tecnológico, biotecnológico, etc.) del retiro de la trascendencia y de la irrevocable diferenciación de las esferas de valores dentro de los límites de la civilización occidental. La libertad que queremos devolver a la literatura es inconcebible sin la insistencia inflexible en la autonomía de lo poético en relación a las ideologías del mercado, el estado y la ciencia. Pero esta autonomía no es suficiente para la realización de las condiciones que buscamos para la posibilidad de la libertad. Tanto la rehabilitación del autor como sujeto ético como la concepción de la literatura de la verdad son inconcebibles sin fundamentos trascendentes. Vimos con nuestros propios ojos, envejeciendo, hacia dónde conduce la suspensión lúdica del sujeto y de la verdad, cuyo fundamento final puede ser únicamente trascendente: directamente en el cobro del juego en la academia y en el comercio. Sin sujeto ético (sujeto a la responsabilidad) ni verdad, cuyos últimos fundamentos son trascendentales, no hay justicia social. Sin rabia de justicia no hay poesía.
Traducción del búlgaro al español por Marco Vidal González
[1] El salario medio neto de los catedráticos universitarios en Bulgaria es de 750 euros.
[2] Simeón II de Bulgaria es hijo de Borís III, el último zar de Bulgaria. Aprovechó su carisma para acabar con el eje izquierda-derecha en el panorama político búlgaro. Causante de la instauración de un modelo político-económico oligárquico, apolítico y populista.
[3]“Transición pacífica” es el término con el que se denomina al cambio de régimen con la caída de la República Popular de Bulgaria. Es un concepto propio de la vieja élite “comunista” que bloquea la revolución social real y se cimenta en el poder de la vieja nomenclatura transformada en clase capitalista.
[4] Una cadena de quioscos de prensa y tabaco que es propiedad del oligarca Delyan Peevski, protegido por los gobiernos nominalmente de derechas del populista Boyko Borisov.
[5] La destrucción del eje político izquierda-derecha, comenzada por Simeón II, fue finalizada por el régimen oligárquico personalista de Boyko Borisov en la década de 2010. En el campo literario su equivalente es el icono lifestyle y el “escritor nacional” Georgi Gospodinov.
[6] Poetas de los años 80 que influenciaron decisivamente en los años 90, rechazando la cooperación con la “transición pacífica” y que fueron silenciados por el establishment literario del postmodernismo académico de la década del 2010.
[7] Eslogan usado por el escritor lifestyle Georgi Gospodinov, el cual fue adoptado de inmediato por las fuerzas de seguridad como válvula de escape.
списание „Нова социална поезия“, бр. 11, март, 2018